Se trataba de nadar, de pensar y de encontrarse. En la librería Antígona de Zaragoza, el pasado sábado, Antonia y Helena Santolaya celebraron la fiesta de su último alumbramiento, ese “NADA el pensamiento” que conmueve por su profundidad y su poesía. Entre las abigarradas estanterías, las autoras se dejaron querer con la mirada en paralelo de dos nadadores expertos, Teresa de la Cal y Túa Blesa (el doctor Túa), que condujeron a los asistentes por las olas del pensamiento de Helena y Antonia.
Había mucha gente amiga rodeando a Helena, a Antonia, a Túa, a Teresa y a Julia Millán, de Antígona, que ejerció de anfitriona. Con Túa llegó la poeta Elena Pallarés y sus espectaculares gafas azules. Jean-Pierre Bailly, Virginia Soto, Carolina Mejía, Carlos Grassa Toro, Mariángeles Cuartero, Luis Marco, Paco García Barcos, Jesús Pastor, Agnes Daroca, Clara Marta, Sandra Santana, Carmen Bravo, Clemente Calvo, Vicente Almazán y muchos otros más se acercaron para acompañar a Antonia y Helena.
Teresa se encargó de descifrar los méritos de Antonia al coger los lápices de colores y “dar luz al entendimiento” por la vía de la ilustración. “Habla de sí misma, nos plantea metáforas que nos obligan a volver a mirar”, dijo Teresa al describir los dibujos rotundos de Antonia Santolaya. Se refirió a la economía cromática de las láminas, al juego de capas superpuestas, al diálogo entre color y dibujo hasta acabar con el misterioso recorrido que hace el pensamiento desde el cerebro hasta el papel a través de músculos, huesos y tendones. “¿Se puede dibujar el pensamiento? Sí se puede, porque Antonia lo ha hecho”, afirmó.
El doctor Túa se entretuvo en primer lugar en “el aliento infantil” de la obra, que propicia que “el realismo y el mundo de los adultos entre en crisis”. Se centró en las duplicidades que transmite el libro hasta transformar a Helena y Antonia “en una Santolaya única”. Citó a Heráclito, o mejor dicho a Heraclítoris, se desvió hacia la metalingüística y acabó por la vía del silogismo: “Si, como dice Helena, una pluma es una palabra de dos sílabas y las plumas sirven para esconder pájaros, una palabra de dos sílabas sirve para esconder pájaros”. “El aristotelismo se queda temblando”, concluyó.
Tras los requiebros y piropos, Helena y Antonia alzaron su obra y la descubrieron, la primera con la lectura y la segunda con las manos, pasando las sugerentes páginas, testigos de su pensamiento. Y después estamparon ingeniosos dibujos y dedicatorias, de esas que convierten el pensamiento en un hermoso recuerdo.
Las fotos son obra del gran Clemente Calvo.
Piensa…
¡Cuánto bueno junto y concentrado!, como en las ilustraciones a capa de Antonia, todos en su sitio sin desmerecer ni hacer sombra unos a otros: Respeto, afecto, consideración y mucho arte. ¡Ya! el próximo Santolaya-s. Gracias por haber parido esta joyita, que sin ánimo de excederme estoy segura que va a hacer historia. La venganza de la ilustradora es el acierto de la escritora-diseñadora.